Réquiem por Luna
Nunca es tarde si la dicha es buena...
El pasado 11 de enero Luna visitaba Madrid para despedirse, noticia que recibíamos ya a finales del año pasado. Los norteamericanos, afincados en Nueva York, llevaban años en la música sin terminar de eclosionar para el gran público, quedando dentro del circuito independiente, para regocijo de algunos.
Después de la separación del grupo de culto Galaxie 500, Dean Wareham formo Luna, originalmente Luna2 en 1992. Hasta el momento había editado siete discos, entre los que cabe recomendar Bewitched, de 1994, y Penthouse, de 1995. Desde un principio Wareham intentó dotar a sus canciones de un sonido propio que le independizara de su anterior etapa, con ritmos más rápidos y melodías más agudas. Aunque, en honor a la verdad, sus dos últimos trabajos -Romantica, de 2002, y Rendezvous, de 2004- tenían un punto pop más acaramelado.
Y todo esto para llegar al final, un final no precisamente apoteósico, porque hora y media no da para cubrir todas las expectativas que levanta un último concierto, donde a todos los asistentes se les supone un mínimo de fanatismo para con la banda. A sabiendas, Luna ofreció dos bises -de elevado metraje, eso sí- pensando que sería suficiente para marcar al personal, pero la incredulidad se palpaba en el ambiente. Esperábamos más, pero en ese momento se encendieron las luces y la música ambiente empezó a sonar. Un frío extremo en el exterior era lo único que quedaba por sufrir. De Luna, al menos, se salvarán unos cuantos discos atemporales.
Julio
El pasado 11 de enero Luna visitaba Madrid para despedirse, noticia que recibíamos ya a finales del año pasado. Los norteamericanos, afincados en Nueva York, llevaban años en la música sin terminar de eclosionar para el gran público, quedando dentro del circuito independiente, para regocijo de algunos.
Después de la separación del grupo de culto Galaxie 500, Dean Wareham formo Luna, originalmente Luna2 en 1992. Hasta el momento había editado siete discos, entre los que cabe recomendar Bewitched, de 1994, y Penthouse, de 1995. Desde un principio Wareham intentó dotar a sus canciones de un sonido propio que le independizara de su anterior etapa, con ritmos más rápidos y melodías más agudas. Aunque, en honor a la verdad, sus dos últimos trabajos -Romantica, de 2002, y Rendezvous, de 2004- tenían un punto pop más acaramelado.
Y todo esto para llegar al final, un final no precisamente apoteósico, porque hora y media no da para cubrir todas las expectativas que levanta un último concierto, donde a todos los asistentes se les supone un mínimo de fanatismo para con la banda. A sabiendas, Luna ofreció dos bises -de elevado metraje, eso sí- pensando que sería suficiente para marcar al personal, pero la incredulidad se palpaba en el ambiente. Esperábamos más, pero en ese momento se encendieron las luces y la música ambiente empezó a sonar. Un frío extremo en el exterior era lo único que quedaba por sufrir. De Luna, al menos, se salvarán unos cuantos discos atemporales.
Julio
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